miércoles, 5 de noviembre de 2008

Un día para la memoria colectiva, una oportunidad única para abandonar el paradigma neoliberal

A pesar de que no comparto los análisis exaltados de algunos comentaristas, que califican la campaña electoral y el día de elecciones en los EEUU como el más grande de los espectáculos políticos del mundo, he de confesar que la victoria del demócrata Barack Obama sobre el republicano John McCain me ha emocionado y me llena de esperanza en que el futuro próximo de los EEUU --con las grandes implicaciones que conlleva para el resto del mundo-- va a ver grandes esfuerzos de conciliación, inclusión y responsabilidad por parte de la administración Obama para con sus ciudadanos y con el resto del mundo, en un claro y honesto alejamiento de la visión política que ha dominado la política estadounidense desde la llegada al poder de Ronald Reagan en 1981, y que ha contaminado igualmente a demócratas como a republicanos.

Cierto es que los presidentes republicanos desde Reagan (George Bush sénior y junior) se han volcado de una manera mucho más vehemente en el conjunto de visiones, prácticas y valores conocidos como el paradigma neoliberal. Sin embargo, también es cierto que el presidente demócrata Bill Clinton abrazó alegremente muchos de los principios y prácticas de esta ideología. Fue precisamente él quien dijo "la era de los gobiernos grandes se ha acabado", parafraseando de alguna manera la frase de Reagan "el gobierno es el problema no la solución", y queriendo mantener alguna cercanía en la esperanza de no atemorizar a aquellos que mantenían la sabiduría convencional neoliberal, entre los cuales estaban muchos de los que financiaron su campaña electoral.

El concepto de libertad en los EEUU ha sido durante demasiado tiempo retratado y entendido por las élites político-económicas como la no injerencia del gobierno en los asuntos y, sobre todo, en los negocios propios. Esta asociación además de ser muy estrecha de miras tiene un sesgo muy importante, ya que ha sido ampliamente apoyada y promocionada por las élites y los adinerados y vendida de forma machacante al resto de la ciudadanía a través de la propaganda.

Sin embargo, existen visiones del concepto de libertad mucho más amplias e incluyentes. Entre ellas, por ejemplo, está la que propuso el premio Nobel de economía Amartya Sen. Según Sen la libertad no se puede entender si no es a través del desarrollo de las capacidades humanas, para que cada individuo pueda elegir entre diferentes maneras de pensar y qué tipo de vida quiere seguir. Esto conduce a un enriquecimiento de la vida de los seres humanos que nada tiene que ver con el enriquecimiento puramente económico asociado con la visión neoliberal de la libertad.

La cuestión de si la administración Obama dará un cambio de rumbo hacia un paradigma que englobe un conjunto de visiones, practicas y valores más incluyentes, igualitarios, responsables y consecuentes es quizás la cuestión más importante que se plantea tras su elección a la presidencia de los EEUU. No basta con llegar a la presidencia y seguir aplicando el mismo paradigma neoliberal que ha causado el descalabro socio-económico en el que nos encontramos.

Una de los aspectos más importantes de la victoria de Obama es el haber logrado algo que pocos presidentes han conseguido anteriormente. Con una participación electoral histórica en los EEUU, que según parece ronda el 65%, Obama ha conseguido unificar el voto de las más diversas profesiones y condiciones sociales. No solo lo han apoyado los afroamericanos, sino también mayoritariamente los hispanos, la clase media, las mujeres y la gente menor de 45 años. McCain por su parte recibió el apoyo mayoritario de los hombres blancos, los mayores de 45 años, los cristianos evangélicos y los conservadores.

El apoyo masivo a Obama no tiene como único o más importante aspecto su condición de afroamericano. De ser así solo los afroamericanos lo hubiesen votado. No, Obama ha sabido ofrecer esperanza de cambio a una muy diversa base ciudadana que ha visto durante las últimas décadas como su bienestar ha retrocedido en beneficio de una minoría rica e influyente y como la movilidad social se ha visto prácticamente anulada.

El neoliberalismo promueve la llamada "economía del goteo" (trickle-down economics en inglés) o economía de las migajas, como me gusta llamarla a mí. Es decir, el recorte de impuestos y libertad máxima de movimiento a empresas, negocios y ricos tiene, en teoría, un efecto beneficioso sobre el resto de la población que se beneficia de la riqueza creada de manera indirecta. Esta quimera del oro se nos ha vendido durante tres décadas sin que haya sido probada empíricamente en prácticamente ningún lugar del mundo, y forma parte de lo que el economista John Kenneth Galbraith llamaba "sabiduría convencional". Recientemente un informe de la OCDE, organización no precisamente crítica del paradigma neoliberal, ha resaltado como la desigualdad y los niveles de pobreza han crecido y la movilidad social se ha estancado en los países pertenecientes a la organización desde mediados de los años 70 hasta nuestros días. Muchas otras organizaciones, investigadores y académicos han insistido sobre estos errores de la ideología neoliberal. Cualquier economista, sociólogo, politólogo que se precie ha de descartar cualquier afirmación no demostrada empíricamente durante un periodo tan extenso como tres décadas.

Se presenta una oportunidad única para la administración Obama. Jamás, desde el abandono del paradigma social-demócrata a partir de la década de los 70, se ha presentado una coyuntura como la actual que favoreciese un cambio hacia una forma de democracia más inclusiva, igualitaria, responsable y sostenible. Tras la victoria de Thatcher y Reagan, los gobiernos de ambos países ejercieron su gran influencia en los organismos y economía internacionales para impulsar el paradigma neoliberal. En esta ocasión única la administración Obama debería ejercer su peso para revertir ese proceso.

La mejor de las noticias para el gran abanico de ciudadanos de todas las profesiones y condiciones que han apoyado a Obama, y también para el resto del mundo, será un giro y abandono claro del dogma neoliberal que responda a las necesidades de la inmensa mayoría de los seres humanos y no a una élite de privilegiados en espera de que sus migajas nos lleguen a los demás.

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