domingo, 30 de marzo de 2008

Cómo hacer que funcione la globalización, Joseph Stiglitz


Hay un antes y un después de Joseph Stiglitz en lo que a la lucha por una globalización más justa e igualitaria se refiere. La razón de ello no es la carencia de buenos argumentos, conocimiento empírico y alternativas a la sabiduría convencional en materia económica, no, la razón es simplemente que debido a los antecedentes de Stiglitz, aquellos que sustentan la llamada sabiduría convencional no pueden ya desestimar de manera seria los argumentos alternativos calificándolos de radicales, disparatados, utópicos, etc. Joseph Stiglitz es premio nobel de economía, fue principal economista del Banco Mundial y jefe de los asesores económicos durante el mandato del presidente Clinton. No es que no hubiesen economistas opuestos al modelo neo-liberal reinante en nuestros días, haberlos haylos, pero el currículo de Stiglitz aporta un peso y una autoridad a dichos argumentos alternativos que hasta hace poco eran impensables.

En Cómo hacer que funcione la globalización Stiglitz presenta, tras una serie de libros y trabajos en los que señalaba las deficiencias del modelo neo-liberal, alternativas posibles y realizables. Su extensa experiencia como académico, consejero gubernamental y alto directivo en organizaciones internacionales hacen que Stiglitz haya llegado a un nivel de comprensión de la problemática del desarrollo y la cooperación internacional que muy pocas personas poseen en estos campos. Pero no hay que llevarse a engaños, Stiglitz no forma parte del llamado movimiento anti-globalización. Como el título del libro indica, él es partidario de la globalización, pero no del modelo imperante sino de un modelo alternativo más justo, igualitario y sobre todo más receptivo a las necesidades de los países en vías de desarrollo que representan a la inmensa mayoría de la población mundial.

Además, Stiglitz hace un esfuerzo importante para que el libro se accesible no solo a aquellos versados en estos temas, sino también a todos aquellos que tengan interés o preocupación por las evidentes disfunciones del sistema actual. Para cada asunto específico, Stiglitz presenta argumentos que reflejan primero ambos lados del debate, y después entra en detalles sobre cómo hacer que los efectos (normalmente) perversos de la globalización se tornen en benéficos tanto para los países en vías de desarrollo como para los ya desarrollados.

Otro mundo es posible y necesario incluso en el caso de que la famosa promesa del modelo neo-liberal -según la cual todos terminarán beneficiándose de la (ultra) liberalización- sea utilizada como excusa a las disfunciones del sistema económico reinante. El modelo neo-liberal asume que siempre va ha haber ganadores y perdedores, pero el mito del goteo de la riqueza desde las clases privilegiadas y las élites hacia aquellos con menos recursos no es más que una quimera. El efecto del goteo casi nunca llega a realizarse, e incluso menos en los países menos desarrollados, con lo que aquellos que salen perdiendo, la mayoría, perciben que la globalización no hace más que dañarlos. De seguir los dictámenes de los neo-conservadores y fundamentalistas de mercado, como los llama Stiglitz, vamos a ver solo un refuerzo de la tendencia actual, es decir, países ricos con gente pobre, un empeoramiento de la tragedia de la inmigración ilegal y un deterioro exponencial del medio ambiente, con los consecuentes conflictos y tragedias que todo ello conlleva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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