sábado, 19 de abril de 2008

La problemáica de la crítica a la globalización


Uno de los problemas que observo en los movimientos críticos con el modelo de globalización que impera en nuestros días es que muy a menudo no parece estar claro si lo que se quiere es rechazarlo completamente, lo que se parece desear desde ciertos sectores del movimiento antiglobalización, o si bien se pretende reconvertir su potencial en una fuerza transformadora que cree menos desigualdad mundial y que signifique una mejora de las condiciones de vida a todos los niveles sociales, básicamente lo que pretende el movimiento pro justicia global. Es principalmente hacia algunos sectores del movimiento antiglobalización a los que va dirigida esta entrada, ya que creo que el etiquetado de los movimientos tiene su importancia y no me parece que permanecer en el limbo ideológico le haga ningún favor la causa de la justicia global.

Además, existe una tendencia de los medios de comunicación dominantes a retratar en general de una manera bastante simplista (como suele ocurrir con muchas otras problemáticas) las dos caras del debate; o bien se es pro o antiglobalización, sin que se llegue a reflejar las muchas visiones y discrepancias que hay en ambos lados del debate. Esta postura tomada por los grandes medios de comunicación no hace más que agravar y reforzar la tendencia simplificadora de crear una ilusión en los individuos que bien se definen como pro o anti, sin entrar en los importantes matices que definen el debate.

Los términos y etiquetas que se utilizan para definir causas tienen una gran importancia, ya que tienen un impacto directo en la percepción que de ellas nos hacemos, especialmente aquellos que toman interés en la problemática. El hecho de que del movimiento antiglobalización haya surgido una corriente que se denomina altermundista (en Francia, España y otros países mediterráneos) o pro-justicia global (en el mundo anglosajón) denota que el término antiglobalización tiene connotaciones imprecisas y negativas. Dentro del llamado movimiento antiglobalización podemos encontrar a individuos y grupos muy dispares que pueden coincidir más o menos en sus pretensiones, pero que a veces reflejan intereses contrapuestos.

Así, en el saco antiglobalización tenemos desde anarquistas, comunistas, socialistas, socialdemócratas, ecologistas, feministas y defensores de los derechos indígenas, hasta (ultra) nacionalistas, proteccionistas, relativistas o partidarios de la autarquía económica. No todos los intereses e ideales de estos grupos coinciden, y de hecho en algunos casos se oponen claramente, pero a pesar de ello, muchos de ellos se unieron durante la primera gran protesta contra la globalización en Seattle, Washington el 30 de noviembre de 1999. La cumbre que organizó la Organización Mundial del Comercio (OMC) fue completamente perturbada. La OMC decidió suspender la inauguración y comenzar precariamente las deliberaciones, Seattle se volvió un completo caos, y la violencia en las calles se descontroló hasta el punto de que las autoridades locales declararon el estado de emergencia y el toque de queda.

Esta heterogeneidad tan abrumadora del movimiento crítico de la globalización neoliberal ha sido y sigue siendo uno de sus puntos débiles. No parece haber un acuerdo en si se rechaza la globalización o se quiere otra. Es aquí donde cada individuo ha de hacer, en mi opinión, un esfuerzo por aclarar su posición. Sobre todo pienso que hay que presionar a los medios de comunicación dominantes para que dejen de retratar a los críticos de la globalización como lo han venido haciendo hasta ahora, por ejemplo escribiendo cartas de protesta a los editores. Sobre todo hay que buscar información en los medios alternativos en los que se pueden encontrar opiniones menos tergiversadas. Si se percibe que hay movimientos que piden una globalización alternativa se abre una vía de acción que no sea la mera manifestación radical y violenta sin objetivos claros.

¿Rechazamos la globalización en cualquier forma que se nos presente?, como es el caso de los partidarios de la autarquía económica y de los (ultra) proteccionistas, que pretenden que una nación debe ser capaz de abastecerse a sí misma y cubrir todas sus necesidades con un mínimo de intercambios comerciales con el exterior y rechazando los capitales extranjeros. ¿La rechazamos porque en el fondo todo son embustes burgueses que impiden el desarrollo de la conciencia revolucionaria de la clase obrera?, como proponen los comunistas ortodoxos.

La globalización puede sin embargo jugar un papel muy importante en el desarrollo de las sociedades y economías de los países más pobres. Sin embargo, la globalización neoliberal basada en la teoría económica del goteo, lo que viene a significar que lo que es bueno para los negocios y los ricos es bueno para el resto de la población, crea cada vez más desigualdad tanto entre países como dentro de cada país. El economista John Kenneth Galbraith decía que esta teoría ya se conocía en los EE.UU con el nombre de "teoría del caballo y el gorrión", que viene a significar que si se alimenta al caballo con las suficientes cantidades de avena, una parte de esta llegará al gorrión tras pasar por el sistema digestivo del caballo.

En resumidas cuentas, o ponemos al caballo y al gorrión a dieta y a trabajar por la patria, el partido, o el líder supremo, o intentamos que el granjero tenga consideración por ambos e intente que tanto el caballo como el gorrión cooperen y piensen más allá de sus propios intereses. Entre tanto deberíamos tener claro donde nos encontramos en este importante debate sobre la crítica a la globalización neoliberal.

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